JAMES
C. HUNTER
Nacido en:
Detroit - Michigan
Fecha:
26 de junio 1955
James C. Hunter es
abogado jefe de la J. D. Associates, una firma consultora de relaciones de
trabajo y la formación. Con más de 20 años de experiencia, Hunter está en gran
demanda como instructor y profesor, sobre todo en las áreas de liderazgo y
organización funcional de los grupos comunitarios. Actualmente vive en Michigan
con su esposa e hija.
Jefe de JD Hunter
Asociados, una firma consultora relaciones de trabajo y la formación. Con su
enseñanza, ha creado una nueva cultura que es realmente el liderazgo. Con más
de 20 años de experiencia, Hunter está en gran demanda como conferenciante en
el área de liderazgo. Sus clientes incluyen algunas de las compañías más
admiradas en el mundo, como Nestlé, American Express, Procter & Gamble,
entre otros.
Hunter trabaja con la
formación y el desarrollo humano durante 26 años, sobre todo como director de
la J. D. Hunter Associates, LLC, consultora de formación y el desarrollo
humano, con sede en los Estados Unidos.
JAMES HUNTER COMO AUTOR DEL FAMOSO LIBRO LA PARADOJA
El objetivo de este libro es mostrar un ideal de
liderazgo a través de un ejemplo viviente. Una persona que representa las
características más sobresalientes que enseña, y que a su vez da lugar a
opiniones adversas.
Es decir, uno generalmente cuando lee un libro, ve
sólo el punto de vista el autor, no hay oposiciones, contradicciones ni
opiniones encontradas. El autor suelen mostrar "su realidad" como la
verdadera realidad. Si no lo hicieran, nadie compraría sus libros, porque ¿cómo
podría un lector confiar en alguien que no esta seguro de sus propias
convicciones?
En cambio James Hunter ha encontrado una forma
original de mostrar varias caras de una misma moneda. Simeón representa los
pensamientos del autor: la enseñanza que él quiere dar. El sargento representa
la oposición; John representa la duda; las mujeres son ejemplos de la sabiduría
de la experiencia y de que también hay liderazgo en otras áreas de la vida, no
sólo en las empresas; el pastor pone explícitamente la cuota de religión que
Simeón expresa implícitamente, ya que éste último dice que hay que predicar el
evangelio con hechos más que con palabras.
Reconocidos autores
de administración, psicología, autoayuda y política hablan del liderazgo. La
gran mayoría determina en sus obras un perfil determinado, y propone además un
modelo que facilite al lector visualizar cómo llegar a tener ese perfil.
Observando algunos de estos modelos, se descubre que tienen muchas cosas en
común, sólo que cada autor le da mayor importancia a ciertas características,
según el enfoque de su estudio.
Pero parece ser que
en el fondo muchos están llegando a la conclusión de que la grandeza interna es
el motor de todo. La grandeza implica buscar la excelencia en todo, y así
trascender. Es por eso que encontramos líderes en todas las organizaciones.
Porque son personas que buscan mostrar lo mejor de sí. No importa en qué
disciplina estén, pero quieren hacerla bien, lo mejor posible.
Estos componentes están basados en principios universales, que
trascienden la cultura y el espacio geográfico; intemporales, porque
trascienden el tiempo sin cambiar; e indiscutibles o naturales, ya que trascienden
la opinión porque se sabe que es así. Es por ello que son aplicables a
cualquier rol de liderazgo. Aplicarlos no puede producir menos que mejorar en
alguna medida nuestras relaciones con los demás.
Los
componentes del liderazgo, pueden clasificarse en cuatro tipos de capacidades o
inteligencias del ser humano, relacionadas con cuatro partes de nuestra
naturaleza: el cuerpo, corazón, mente y espíritu. Estos componentes
interrelacionados nos llevan a desarrollar una personalidad de liderazgo
integral aplicable a la vida en general. La mejora de todos ellos es
fundamental para el liderazgo de servicio del cual habla Hunter.
Según
este modelo de liderazgo de servicio de la pirámide invertida, el liderazgo que
perdura en el tiempo debe construirse sobre la autoridad. La autoridad siempre
se funda en el servicio y en el sacrificio. Para que la gente se comprometa
debemos dedicarnos a su servicio para satisfacer sus necesidades. Gracias a ese
sacrificio se puede lograr la influencia, porque nos estamos esforzando para
amar, es decir, comportarnos bien hacia la gente. Y para llevar a cabo este
camino, primero que nada necesitamos la voluntad de querer ser líderes, es
decir, la voluntad de servicio.
El
liderazgo es una función que relaciona un grupo de personas en una
organización, con un líder. Las personas se agrupan para alcanzar objetivos,
pero necesitan tener un comportamiento ordenado y encauzado para que sus
aportes al grupo sean más eficientes y se logren mejores resultados, la función
del líder es lograr ordenar estos esfuerzos y lograr aumentar la motivación y
el compromiso de los integrantes para poder obtener juntos el mejor resultado
posible.
Puede
llamarse liderazgo a la capacidad de una persona para liderar, o también puede
llamarse así al proceso que se lleva a cabo cuando se interrelacionan los
subordinados y el líder.
Los
líderes pueden ser determinados por un superior, puede ser que el mismo grupo
lo elija, o también que las características de líder de una persona sobresalgan
en el grupo de manera tal que lo lleven a dirigir al conjunto de personas sin
que ningún integrante se lo haya propuesto deliberadamente, y es aceptado
automáticamente porque el grupo y él inconscientemente así lo necesitan. ¿Por
qué digo que así lo necesitan todos? Porque todos los grupos que desean cumplir
un objetivo necesitan tener una persona que los guíe y motive, que sea el motor
que recolecte lo mejor de cada uno y lo coloque al servicio de todos. Y el
líder también necesita del grupo, porque sus características personales le
hacen sobresalir del grupo y poner en marcha aquel motor.
LA PARADOJA
El libro La Paradoja cuenta la
historia de John, un hombre que parecía tener una vida muy exitosa, pero cada
vez estaba sintiendo más presión de todas las organizaciones de las cuales
formaba parte porque no estaba satisfaciendo adecuadamente las necesidades que
sus integrantes tenían. Ya no estaba disfrutando de la vida y la comunicación
con sus allegados era cada vez peor. El destino pareció llevar a John a que
intentara buscar una luz a sus problemas en un pequeño monasterio cristiano,
donde conocería al hermano Simeón, quien le enseña una forma diferente de
encarar su relación con los demás, lo cual puede cambiar para siempre su vida.
Siete son los días en el monasterio, siete son los capítulos del libro que
describen didácticamente las enseñanzas impartidas por Simeón acerca del
liderazgo.
Capitulo I: Las
Definiciones
Simeón, cuyo verdadero nombre era
Leonard Hoffman (antes de entrar al monasterio), había estado en la guerra y al
terminar ésta, había sido un exitoso líder empresario. El nombre “Simeón”
coincidía con el nombre que venía persiguiendo a John desde su nacimiento, ya
que en su bautismo, confirmación, y en su matrimonio lo había escuchado en los
versículos que le leían los pastores, y hasta en sus sueños alguien le decía
“¡Encuentra a Simeón, encuentra a Simeón y escúchale!”.
El
primer día de clases que daba el hermano Simeón comienza con la presentación de
los demás compañeros de John, seis personas de muy distintas profesiones. El
único denominador común era que cada uno de ellos tenía un puesto de liderazgo
en sus respectivas organizaciones. Todos comparten durante esa semana sus
conocimientos, experiencias, opiniones e inquietudes acerca de los principios
de liderazgo que impartía Simeón.
¿Y
por qué todos ellos eran líderes? Porque una de las lecciones que Simeón da es
que, siempre que dos o más personas se reúnan con un propósito, hay una
oportunidad de liderazgo. Allí nace nuestra elección de si queremos ser líderes
o liderados, y de cómo queremos hacerlo. En caso de que decidamos tomar el rol
de líder, debemos hacerlo con responsabilidad y conciencia de que esa gente
está a nuestro cargo y debemos cuidarla y ‘servirla’.
¿Pero
qué es el liderazgo?
Es el arte de influir sobre la gente para que trabaje
con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común.
Para
poder entender profundamente esta definición, se debe explicar a qué se
refieren las palabras más importantes. Un arte es una destreza adquirida, con
lo que Simeón quiere destacar que un
líder no nace, sino que se hace, y éste puede aprender los comportamientos
y habilidades apropiadas para ponerlas en práctica y cumplir sus fines. Todos
pueden ser líderes en sus vidas si realmente lo desean y practican los
principios básicos que se exponen en este libro. Sólo requiere mucho esfuerzo
de la persona para poder modificar o mejorar los comportamientos innatos.
La
segunda palabra importante en esta definición es influir, que significa conseguir
que alguien haga nuestra voluntad a través de la autoridad, no del poder.
Porque el poder es la capacidad de forzar o coaccionar a alguien,
para que éste, aunque preferiría no hacerla, haga nuestra voluntad debido a
nuestra posición o fuerza, mientras que la autoridad es el arte de
conseguir que la gente haga voluntariamente lo que uno quiere debido a se
influencia personal. Entonces cabe preguntarse por qué el liderazgo y la
autoridad son “artes”. Porque el arte
es una destreza que se puede adquirir y que tienen que ver con lo que uno es
como persona y lo que uno siembra en la gente. Uno no elige libremente acatar
el poder, porque hay una amenaza, pero sí elige más libremente seguir la
autoridad. El poder desgasta las relaciones al crear esta tensión. En cambio la
autoridad se crea con las relaciones.
El
monje también diferencia la gestión del liderazgo, ya que aclara que “se gestionan las cosas (como el
inventario, los recursos), se lidera la
gente”.
El
objetivo del líder es buscar cómo influir en las personas. Podrá influir cuando
practique en mayor medida ciertos comportamientos, como por ejemplo, los que
más se observan en los líderes:
·
Ser
Honrado, digno de confianza
·
Ser
el ejemplo
·
Estar
pendiente de los demás
·
Estar
Comprometido
·
Estar
atento
·
Exigir
responsabilidad a la gente
·
Tratar
a la gente con respeto
·
Animar
a la gente
·
Tener
actitud positiva, entusiasta
·
Apreciar
a la gente
Todos
ellos se practican normalmente en mayor o menor medida, es decir, todos nos
comportamos así algunas veces, pero un líder nunca los debe olvidar si quiere
conseguir que la gente haga una serie de cosas.
Finalmente
siempre nos encontramos con dos dinámicas: tarea y relación humana. La clave
del liderazgo es llevar a cabo las tareas asignadas fomentando las relaciones
humanas, construyendo relaciones que funcionen con todos los integrantes de las
distintas organizaciones. Y vamos a lograrlo si somos capaces de satisfacer las
necesidades legítimas de “nuestros clientes”, y si somos dignos de confianza de
esas personas. Y esta última llega cuando uno se la merece, Si se compra, con
el tiempo se pierde.
En
el segundo día el tema principal fue el cambio de paradigmas. Los paradigmas
son patrones psicológicos que nos orientan en la vida. Son muy útiles si
hacemos uso apropiado de ellos, pero también pueden, si estos son antiguos u
obsoletos, paralizarnos mientras el mundo avanza. Al filtrar la información
nueva, nos impiden ver lo que no encaja con nuestros modelos. Por lo tanto, es
importante que reconsideremos continuamente nuestras creencias y paradigmas
para poder adaptarnos a las condiciones cambiantes del medio. Allí es donde
surge el problema, porque a la gente le cuesta mucho cambiar.
Uno
de los actuales paradigmas en el mundo empresarial es el del modelo piramidal,
en el cual arriba de todo, en la punta de la pirámide, está el presidente, y
las personas de los puestos inferiores miran desde abajo hacia la casilla de
arriba, a su jefe, y no hacia el cliente, que está todavía más abajo, más
cercano a los empleados de primera línea que nadie en la organización. Todos se
esfuerzan en satisfacer al jefe más que al cliente.
El
nuevo paradigma consistiría en invertir la pirámide, para que el cliente esté
en lo más alto. Donde los empleados de primera línea estén en el escalón
inmediato inferior, dándole servicio y satisfaciendo las necesidades de los
clientes. A su vez, los superiores, que estarían paradójicamente más abajo en
la pirámide, considerarían a sus empleados como clientes, por lo cual también
los servirían satisfaciendo sus necesidades.
Nuevo Paradigma
De
esta forma cambiaría la mentalidad de toda la organización en la cual el papel
del liderazgo sería servir.
Nuevamente esta palabra. Entonces, ¿qué significa servir en el caso del líder?
Significa identificar y satisfacer las necesidades legítimas de su gente y
quitar todo obstáculo para que también ellos puedan servir. Esta es la gran paradoja: “si quieres
mandar tienes que servir”. Lo que no implica hacer todo lo que la gente
desea, sino estar pendiente de lo que realmente necesita para llegar a dar lo
mejor de sí y hacer lo mejor posible, considerando siempre por supuesto los
límites y las responsabilidades de las respectivas ocupaciones.
¿Y
cuáles son esas necesidades? Según la pirámide de Maslow, hay distintos
niveles. El nivel más bajo tiene que estar satisfecho antes de que las
necesidades del siguiente se vuelvan motivadoras. La jerarquía es, de abajo
para arriba: Alimento, agua, abrigo; seguridad y protección; amor e
identificación; autoestima; realización personal. La punta de la pirámide la
ocupa entonces la realización personal, que consiste en llegar a lo mejor que
uno es capaz de ser. Y esto es a lo que apunta el liderazgo: empujar y animar a
la gente a dar lo mejor de sí, ayudando a satisfacer primero las necesidades de
los escalones inferiores.
La
pregunta que podríamos hacernos ahora es, ¿cómo saber qué necesitan? Para poder
contestarse esta pregunta, escuchar
es una de las capacidades más importantes que un líder puede decidir
desarrollar. Si la gente se siente escuchada, puede aprender a decir
explícitamente sus necesidades para que éstas puedan ser satisfechas.
En
el tercer día Simeón explica el modelo de liderazgo, y se describen líderes
conocidos mundialmente que lo hayan utilizado. Según el monje, el mayor líder
de todos los tiempos ha sido Jesucristo. Según la definición que se dio en el
primer capítulo, el liderazgo es el arte de influir. El cristianismo es la
religión más grande del mundo en cuanto a la cantidad de creyentes, por lo que
se podría decir que Jesucristo es una persona que ha influido en la vida de
millones de personas, y todo esto sin utilizar ningún tipo de poder, sólo una
gran influencia llamada autoridad. Él había dicho que para ser el primero,
sencillamente había que tener voluntad de servicio.
El
liderazgo que perdura en el tiempo esta fundado en influencia o autoridad, y la
autoridad siempre se funda en el sacrificio por aquellos a los que servimos.
Gandhi también dijo a sus seguidores que tendrían que sacrificarse en el
servicio a la causa de la libertad, para llamar la atención y poder empezar a
tener influencia en la opinión pública. Y Martin Luther King fue a la India para estudiar el
método de Gandhi y utilizarlo para su movimiento. La madre Teresa de Calcuta y
hasta las madres que hacen todo por sus hijos son también ejemplos de liderazgo
de servicio.
Pensando
en las razones que tienen estos líderes para servir y sacrificarse, el
fundamento común a todos es el ‘amar’. El amar como un verbo que describe
comportamientos, los cuales se fundan en la voluntad de la persona. El ‘amor’
se demuestra con acciones.
El
modelo de liderazgo de servicio entonces consiste en una pirámide invertida,
que se apoya en el vértice donde se encuentra la voluntad, porque el liderazgo
requiere esfuerzo.
Modelo de Liderazgo
En
conclusión, el liderazgo empieza con la voluntad adecuada, con la cual podemos
elegir amar. Amar tiene que ver con identificar y satisfacer las necesidades
legítimas de los liderados. De esta forma estamos sirviendo e incluso
sacrificándonos por ellos, forjando nuestra autoridad o influencia y ganándonos
así el papel de líderes.
En
el cuarto día se desarrolla en la clase de liderazgo el verbo amar.
En
principio, se refiere al mismo significado de amor que utiliza Jesús en el
Nuevo Testamento. La palabra que aparece en este documento es ágape, el amor del comportamiento y la
elección, no el amor de la emoción. Esto significa que no nos referimos a amor
como a un sustantivo que describe sentimientos o emociones positivas, sino a un
verbo que describe un comportamiento. Como había dicho en el capítulo anterior,
el amor no sólo se basa en sentimientos, sino también en la voluntad de
demostrar estos últimos con acciones.
A
eso se refiere Jesús con la frase “ama a tu prójimo como a ti mismo”. No
implica ‘querer mucho’ a todos, como si significaran lo mismo para nosotros un
vecino, un desconocido o nuestra pareja. Lo que implica es comportarnos bien
hacia ellos, con respeto, paciencia y afabilidad, más allá de cómo se comporten
ellos hacia nosotros. Uno no siempre puede controlar sus sentimientos, no
podemos evitar que alguien nos guste o que no nos guste, pero sí se puede
controlar nuestro comportamiento hacia esa persona.
Según
la definición de amor como ágape del
Nuevo Testamento, el amor es: paciencia, afabilidad, humildad, respeto,
generosidad, indulgencia, honradez y compromiso. Todas estas características
hacen también a la definición del liderazgo, por lo que se puede decir que amor
como ágape es sinónimo de liderazgo.
En la clase definen cada una de estas características:
·
Paciencia: mostrar dominio de uno mismo.
Uno
debe dar el ejemplo de la compostura y del dominio de sus propios
comportamientos. Si queremos que nos den tiempo para aprender, nosotros también
debemos respetar el tiempo de los otros, sean empleados, hijos, amigos, etc.
·
Afabilidad: prestar atención, apreciar, animar.
Es
muy importante prestar atención a la gente. El efecto Hawthorne demuestra que
la gente, más que mejores condiciones de trabajo, busca que estén pendientes de ellos. Y la mejor forma de prestar atención es la
escucha activa, que consiste en tratar de ver las cosas como las ve el que
habla, y no perderse en los propios pensamientos hasta tanto no hayamos
escuchado atentamente todo lo que tenían para decirnos. Prestar atención a la
gente es un acto de amor primordial.
·
Humildad: Ser auténtico y sin pretensiones ni arrogancia.
Consiste en conocerse
verdaderamente a uno mismo, y reconocer las propias limitaciones.
·
Respeto: Tratar a los demás como si fueran gente importante.
De
hecho la gente es importante, cada uno tiene su función. Los vendedores no son
menos importantes que los jefes, ya que son ellos quienes están más cerca del
cliente y son quienes colocan los productos. Sin ellos, gran parte de la
producción sería inútil. El todo está compuesto por la suma de las partes.
·
Generosidad: Satisfacer las necesidades de los demás.
La
generosidad, al contrario del egoísmo, se basa en satisfacer las necesidades de
los demás, en algunos casos hasta sacrificando o posponiendo las propias si el
fin lo requiere.
·
Indulgencia: No guardar rencor cuando uno es perjudicado.
Consiste
en ser abierto y franco con los demás, respetuosamente. No significa que nada
pueda molestarnos, o que debemos aparentar que todo está bien, sino que hay que
enfrentar las situaciones, y hacerlo de forma positiva, para que produzcan
resultados mejores para todos y no se guarden rencores. Al hablar y compartir
sentimientos se alivian las tensiones.
·
Honradez: estar libre de engaños.
Significa que uno debe dar la mayor
cantidad de información posible, decir siempre la verdad, no esconder lo malo
ni tampoco exagerar lo bueno.
·
Compromiso: atenerte a tus elecciones.
Implica
soportar los resultados ya sean positivos o negativos. Generalmente la gente
está dispuesta a implicarse, no a comprometerse. El líder comprometido procura
un desarrollo personal integral y una mejora continua, lo cual requiere un
compromiso de hacer ese esfuerzo continuamente, para llegar ser el mejor líder
que sea capaz de ser.
Amor,
compromiso y liderazgo implican esforzarse al máximo por los demás. El
resultado es servicio y sacrificio: dejar a un lado tus propios deseos y
necesidades y buscar lo mejor para los demás. Una vez que forjamos esta
autoridad con la gente, es cuando merecemos llamarnos líderes.
En
la quinta clase el tema principal es la importancia de crear un ambiente sano
en el que la gente pueda crecer y prosperar. El maestro utiliza la metáfora del
jardín para describir como funciona el entorno. Al cuidar la tierra, regarla,
fertilizar, plantar las semillas no somos realmente la causa del crecimiento
del jardín, pero sí ayudamos a que crezca y se desarrolle probablemente mejor
de lo que lo haría si no estuviéramos. Nosotros no podemos hacer que las
plantas crezcan, aunque las plantemos, pero podemos poner las condiciones
adecuadas para que esto ocurra. Lo mismo ocurre en el ambiente de trabajo.
Es
aplicable a este ejemplo la Ley de la Cosecha cosecharás tu siembra. Además el fruto crecerá sólo cuando esté a
punto, no podemos saber cuándo. En las relaciones con las personas también
vamos sembrando opiniones, sentimientos. Como dice la enfermera, unos de los
alumnos de Simeón, que alude al libro de Stephen Covey: “a medida que la
relación va desarrollándose, vamos haciendo una serie de movimientos en
nuestras imaginarias cuentas bancarias de relaciones”. Nuestros comportamientos
provocan ingresos o egresos automáticos en la cuenta.
Para
cambiar el entorno, lo primero es empezar cambiando uno mismo. Que la gente
cambie depende de una elección que no está en nuestras manos. Pero es deber del
líder crear el ambiente necesario para propiciar la proactividad de la gente
para producir el cambio y crecer, como individuos y como partes de una
organización.
En
este capítulo se destaca la diferencia entre pensar y actuar en consecuencia.
Una cita de John Ruskin al principio del capítulo lo resume: “Lo que creamos o
lo que pensemos, al final, no tiene mayor importancia: lo único que realmente
importa es lo que hacemos”.
Muchas
veces pensamos algo y lo demostramos con actos, pero no siempre es así.
Nuestros pensamientos y sentimientos influyen mucho sobre nuestro
comportamiento, y viceversa. También podemos cambiar nuestro sentimiento o
pensamiento hacia algo o alguien dependiendo de cómo nos comportemos con ello.
Los sociólogos llaman ‘praxis’ al hecho de que los comportamientos positivos
acaben generando sentimientos positivos. Y también ocurre en sentido contrario,
es decir, si tratamos mal a alguien con frecuencia, esa persona va a gustarnos
cada vez menos. Por lo tanto, es posible que si queremos tener sentimientos
positivos hacia una persona o cosa, aunque no nos guste, podemos lograrlo.
Como
dijo el monje anteriormente, el liderazgo empieza por una elección de querer
tener las habilidades del líder y continúa si asumimos la responsabilidad de
esa elección. Esto implica no excusarse con el determinismo de Freud para
justificar nuestra irresponsabilidad. Dice Simeón: “el determinismo significa
que para cada suceso, físico o mental, existe una causa”. Es decir que, según
esta teoría freudiana, podemos decir que no somos buenos líderes porque
nuestros genes no nos crearon así.
Pero
según la teoría de la elección, sí podemos decidir ser líderes o no. Cada uno
se determina a sí mismo, y decide cómo desarrollar su potencialidad. Todos
estamos sometidos a diferentes estímulos, buenos y malos que no podemos evitar,
pero lo que podemos hacer (y tenemos) es elegir como responder a ellos.
Podemos
disciplinarnos para hacer algo que nos parece antinatural, hasta que se
convierta en algo natural y habitual, como una costumbre.
Durante el
aprendizaje hay cuatro etapas:
1º)
Somos
inconscientes e inexpertos: no estamos interesados en aprender la destreza y no
sabemos hacerla.
2º)
Consciente
e inexperto: ya conocemos algo de la destreza pero aún no la hemos desarrollado
completamente.
3º)
Consciente
y experimentado: ya adquirimos la destreza y la disfrutamos.
4º)
Inconsciente
y experto: Hemos conseguido que el comportamiento nos resulte natural, y ya no
tenemos que pensar en cómo hacerlo.
Cuando
el líder llega a esta cuarta etapa, ya no necesita premeditar sus
comportamientos, sino que le salen naturalmente. El líder adquirió las
habilidades necesarias y las ha incorporado como si hubieran sido parte de su
personalidad desde el principio. Así lo resumió el autor en la siguiente cita:
“las ideas se convierten en actos, los actos en nuestro carácter, y nuestro
carácter en nuestro destino”.
Todos
estos días de clase producirán resultados distintos en cada uno de los
participantes y en los lectores. Simeón recuerda el principio de la percepción
selectiva, por el cual cada persona ve y encuentra lo que está buscando.
También está ello relacionado con los paradigmas que tengan, en este caso, con
respecto a la felicidad, el esfuerzo, el amor, el liderazgo… Las mejores
recompensas requieren, para ser logradas, dedicación, disciplina y esfuerzo. De
cada uno depende cómo asumir el compromiso de las elecciones.
Según
Simeón, el papel del líder es que su vida signifique realmente algo en la vida
de los otros. Cuanto más sepa influenciar, más seguidores tendrá, aumentará su
autoridad, sus ideas serán cada vez aún más apoyadas y así significará algo
para más cantidad de personas. Si eso es lo que buscamos al querer ser líderes,
al dar lo mejor de nosotros y crecer, obtendremos también más recompensas. Una
de ellas es la recompensa del gozo. El gozo tiene que ver con la satisfacción
interior y con la convicción de estar siguiendo los principios correctos de la
vida. El monje predica que servir a los otros elimina el egoísmo que nos impide
gozar de la vida. Y el egoísmo permanece mientras uno no haya crecido
emocionalmente.
Dice
también el profesor que el gozo de Jesús era que sus discípulos aprendieran a
amarse los unos a los otros tanto como Él los había amado a ellos. El amar y
buscar satisfacer las necesidades legítimas de los otros nos obliga a no ser
egocéntricos y así nos permite crecer.
El
objetivo del profesor es que los aportes e ideas suyas y de los seis
participantes, produzcan resultados que mejoren la vida de todos ellos y de los
que los rodean. Un proverbio chino reza “Un viaje de tres mil leguas empieza
con un solo paso”. Si los participantes buscaban un cambio, el primer paso está
dado. Es su elección cómo continuar el camino.
EL LIDERAZGO SEGÚN OTROS AUTORES
LA GRAN
PARADOJA
Integrantes:
Chavez Jose
Collantes Laura
Garcia Florelys
Mejias Naya
Sulbaran Elismar
Valderrama Edwin
Administración de Desastres
7 mo Semestre Sección "A"
UNEFA
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