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domingo, 17 de noviembre de 2013

JAMES C. HUNTER

Nacido en: Detroit - Michigan
Fecha: 26 de junio 1955

James C. Hunter es abogado jefe de la J. D. Associates, una firma consultora de relaciones de trabajo y la formación. Con más de 20 años de experiencia, Hunter está en gran demanda como instructor y profesor, sobre todo en las áreas de liderazgo y organización funcional de los grupos comunitarios. Actualmente vive en Michigan con su esposa e hija.

Jefe de JD Hunter Asociados, una firma consultora relaciones de trabajo y la formación. Con su enseñanza, ha creado una nueva cultura que es realmente el liderazgo. Con más de 20 años de experiencia, Hunter está en gran demanda como conferenciante en el área de liderazgo. Sus clientes incluyen algunas de las compañías más admiradas en el mundo, como Nestlé, American Express, Procter & Gamble, entre otros.


Hunter trabaja con la formación y el desarrollo humano durante 26 años, sobre todo como director de la J. D. Hunter Associates, LLC, consultora de formación y el desarrollo humano, con sede en los Estados Unidos.




JAMES HUNTER COMO AUTOR DEL FAMOSO LIBRO LA PARADOJA

El objetivo de este libro es mostrar un ideal de liderazgo a través de un ejemplo viviente. Una persona que representa las características más sobresalientes que enseña, y que a su vez da lugar a opiniones adversas.

Es decir, uno generalmente cuando lee un libro, ve sólo el punto de vista el autor, no hay oposiciones, contradicciones ni opiniones encontradas. El autor suelen mostrar "su realidad" como la verdadera realidad. Si no lo hicieran, nadie compraría sus libros, porque ¿cómo podría un lector confiar en alguien que no esta seguro de sus propias convicciones?

En cambio James Hunter ha encontrado una forma original de mostrar varias caras de una misma moneda. Simeón representa los pensamientos del autor: la enseñanza que él quiere dar. El sargento representa la oposición; John representa la duda; las mujeres son ejemplos de la sabiduría de la experiencia y de que también hay liderazgo en otras áreas de la vida, no sólo en las empresas; el pastor pone explícitamente la cuota de religión que Simeón expresa implícitamente, ya que éste último dice que hay que predicar el evangelio con hechos más que con palabras.



El liderazgo no es algo nuevo, es algo que se conoce desde hace mucho tiempo en la sociedad, pero que va tomando distintos enfoques según van cambiando las necesidades de las personas. Se compara a los líderes con héroes, dioses, presidentes, políticos, deportistas, etc. Es difícil comprender como puede abarcar a personas tan distintas, en tiempos y lugares diferentes, y establecer cuáles son las características comunes a todos los líderes.







Reconocidos autores de administración, psicología, autoayuda y política hablan del liderazgo. La gran mayoría determina en sus obras un perfil determinado, y propone además un modelo que facilite al lector visualizar cómo llegar a tener ese perfil. Observando algunos de estos modelos, se descubre que tienen muchas cosas en común, sólo que cada autor le da mayor importancia a ciertas características, según el enfoque de su estudio.

Pero parece ser que en el fondo muchos están llegando a la conclusión de que la grandeza interna es el motor de todo. La grandeza implica buscar la excelencia en todo, y así trascender. Es por eso que encontramos líderes en todas las organizaciones. Porque son personas que buscan mostrar lo mejor de sí. No importa en qué disciplina estén, pero quieren hacerla bien, lo mejor posible.

Estos componentes están basados en principios universales, que trascienden la cultura y el espacio geográfico; intemporales, porque trascienden el tiempo sin cambiar; e indiscutibles o naturales, ya que trascienden la opinión porque se sabe que es así. Es por ello que son aplicables a cualquier rol de liderazgo. Aplicarlos no puede producir menos que mejorar en alguna medida nuestras relaciones con los demás.

Los componentes del liderazgo, pueden clasificarse en cuatro tipos de capacidades o inteligencias del ser humano, relacionadas con cuatro partes de nuestra naturaleza: el cuerpo, corazón, mente y espíritu. Estos componentes interrelacionados nos llevan a desarrollar una personalidad de liderazgo integral aplicable a la vida en general. La mejora de todos ellos es fundamental para el liderazgo de servicio del cual habla Hunter.




Según este modelo de liderazgo de servicio de la pirámide invertida, el liderazgo que perdura en el tiempo debe construirse sobre la autoridad. La autoridad siempre se funda en el servicio y en el sacrificio. Para que la gente se comprometa debemos dedicarnos a su servicio para satisfacer sus necesidades. Gracias a ese sacrificio se puede lograr la influencia, porque nos estamos esforzando para amar, es decir, comportarnos bien hacia la gente. Y para llevar a cabo este camino, primero que nada necesitamos la voluntad de querer ser líderes, es decir, la voluntad de servicio.

El liderazgo es una función que relaciona un grupo de personas en una organización, con un líder. Las personas se agrupan para alcanzar objetivos, pero necesitan tener un comportamiento ordenado y encauzado para que sus aportes al grupo sean más eficientes y se logren mejores resultados, la función del líder es lograr ordenar estos esfuerzos y lograr aumentar la motivación y el compromiso de los integrantes para poder obtener juntos el mejor resultado posible.

Puede llamarse liderazgo a la capacidad de una persona para liderar, o también puede llamarse así al proceso que se lleva a cabo cuando se interrelacionan los subordinados y el líder.

Los líderes pueden ser determinados por un superior, puede ser que el mismo grupo lo elija, o también que las características de líder de una persona sobresalgan en el grupo de manera tal que lo lleven a dirigir al conjunto de personas sin que ningún integrante se lo haya propuesto deliberadamente, y es aceptado automáticamente porque el grupo y él inconscientemente así lo necesitan. ¿Por qué digo que así lo necesitan todos? Porque todos los grupos que desean cumplir un objetivo necesitan tener una persona que los guíe y motive, que sea el motor que recolecte lo mejor de cada uno y lo coloque al servicio de todos. Y el líder también necesita del grupo, porque sus características personales le hacen sobresalir del grupo y poner en marcha aquel motor.




LA PARADOJA

El libro La Paradoja cuenta la historia de John, un hombre que parecía tener una vida muy exitosa, pero cada vez estaba sintiendo más presión de todas las organizaciones de las cuales formaba parte porque no estaba satisfaciendo adecuadamente las necesidades que sus integrantes tenían. Ya no estaba disfrutando de la vida y la comunicación con sus allegados era cada vez peor. El destino pareció llevar a John a que intentara buscar una luz a sus problemas en un pequeño monasterio cristiano, donde conocería al hermano Simeón, quien le enseña una forma diferente de encarar su relación con los demás, lo cual puede cambiar para siempre su vida. Siete son los días en el monasterio, siete son los capítulos del libro que describen didácticamente las enseñanzas impartidas por Simeón acerca del liderazgo.




Capitulo I: Las Definiciones

Simeón, cuyo verdadero nombre era Leonard Hoffman (antes de entrar al monasterio), había estado en la guerra y al terminar ésta, había sido un exitoso líder empresario. El nombre “Simeón” coincidía con el nombre que venía persiguiendo a John desde su nacimiento, ya que en su bautismo, confirmación, y en su matrimonio lo había escuchado en los versículos que le leían los pastores, y hasta en sus sueños alguien le decía “¡Encuentra a Simeón, encuentra a Simeón y escúchale!”.

El primer día de clases que daba el hermano Simeón comienza con la presentación de los demás compañeros de John, seis personas de muy distintas profesiones. El único denominador común era que cada uno de ellos tenía un puesto de liderazgo en sus respectivas organizaciones. Todos comparten durante esa semana sus conocimientos, experiencias, opiniones e inquietudes acerca de los principios de liderazgo que impartía Simeón.

¿Y por qué todos ellos eran líderes? Porque una de las lecciones que Simeón da es que, siempre que dos o más personas se reúnan con un propósito, hay una oportunidad de liderazgo. Allí nace nuestra elección de si queremos ser líderes o liderados, y de cómo queremos hacerlo. En caso de que decidamos tomar el rol de líder, debemos hacerlo con responsabilidad y conciencia de que esa gente está a nuestro cargo y debemos cuidarla y ‘servirla’.

¿Pero qué es el liderazgo?
Es el arte de influir sobre la gente para que trabaje con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común.



Para poder entender profundamente esta definición, se debe explicar a qué se refieren las palabras más importantes. Un arte es una destreza adquirida, con lo que Simeón quiere destacar que un líder no nace, sino que se hace, y éste puede aprender los comportamientos y habilidades apropiadas para ponerlas en práctica y cumplir sus fines. Todos pueden ser líderes en sus vidas si realmente lo desean y practican los principios básicos que se exponen en este libro. Sólo requiere mucho esfuerzo de la persona para poder modificar o mejorar los comportamientos innatos.

La segunda palabra importante en esta definición es influir, que significa conseguir que alguien haga nuestra voluntad a través de la autoridad, no del poder. Porque el poder es la capacidad de forzar o coaccionar a alguien, para que éste, aunque preferiría no hacerla, haga nuestra voluntad debido a nuestra posición o fuerza, mientras que la autoridad es el arte de conseguir que la gente haga voluntariamente lo que uno quiere debido a se influencia personal. Entonces cabe preguntarse por qué el liderazgo y la autoridad son “artes”. Porque el arte es una destreza que se puede adquirir y que tienen que ver con lo que uno es como persona y lo que uno siembra en la gente. Uno no elige libremente acatar el poder, porque hay una amenaza, pero sí elige más libremente seguir la autoridad. El poder desgasta las relaciones al crear esta tensión. En cambio la autoridad se crea con las relaciones. 


El monje también diferencia la gestión del liderazgo, ya que aclara que “se gestionan las cosas (como el inventario, los recursos), se lidera la gente”. 

El objetivo del líder es buscar cómo influir en las personas. Podrá influir cuando practique en mayor medida ciertos comportamientos, como por ejemplo, los que más se observan en los líderes:

·         Ser Honrado, digno de confianza
·         Ser el ejemplo
·         Estar pendiente de los demás
·         Estar Comprometido
·         Estar atento
·         Exigir responsabilidad a la gente
·         Tratar a la gente con respeto
·         Animar a la gente
·         Tener actitud positiva, entusiasta
·         Apreciar a la gente

Todos ellos se practican normalmente en mayor o menor medida, es decir, todos nos comportamos así algunas veces, pero un líder nunca los debe olvidar si quiere conseguir que la gente haga una serie de cosas.

Finalmente siempre nos encontramos con dos dinámicas: tarea y relación humana. La clave del liderazgo es llevar a cabo las tareas asignadas fomentando las relaciones humanas, construyendo relaciones que funcionen con todos los integrantes de las distintas organizaciones. Y vamos a lograrlo si somos capaces de satisfacer las necesidades legítimas de “nuestros clientes”, y si somos dignos de confianza de esas personas. Y esta última llega cuando uno se la merece, Si se compra, con el tiempo se pierde. 





En el segundo día el tema principal fue el cambio de paradigmas. Los paradigmas son patrones psicológicos que nos orientan en la vida. Son muy útiles si hacemos uso apropiado de ellos, pero también pueden, si estos son antiguos u obsoletos, paralizarnos mientras el mundo avanza. Al filtrar la información nueva, nos impiden ver lo que no encaja con nuestros modelos. Por lo tanto, es importante que reconsideremos continuamente nuestras creencias y paradigmas para poder adaptarnos a las condiciones cambiantes del medio. Allí es donde surge el problema, porque a la gente le cuesta mucho cambiar.

Uno de los actuales paradigmas en el mundo empresarial es el del modelo piramidal, en el cual arriba de todo, en la punta de la pirámide, está el presidente, y las personas de los puestos inferiores miran desde abajo hacia la casilla de arriba, a su jefe, y no hacia el cliente, que está todavía más abajo, más cercano a los empleados de primera línea que nadie en la organización. Todos se esfuerzan en satisfacer al jefe más que al cliente.

El nuevo paradigma consistiría en invertir la pirámide, para que el cliente esté en lo más alto. Donde los empleados de primera línea estén en el escalón inmediato inferior, dándole servicio y satisfaciendo las necesidades de los clientes. A su vez, los superiores, que estarían paradójicamente más abajo en la pirámide, considerarían a sus empleados como clientes, por lo cual también los servirían satisfaciendo sus necesidades.

Nuevo Paradigma



De esta forma cambiaría la mentalidad de toda la organización en la cual el papel del liderazgo sería servir. Nuevamente esta palabra. Entonces, ¿qué significa servir en el caso del líder? Significa identificar y satisfacer las necesidades legítimas de su gente y quitar todo obstáculo para que también ellos puedan servir. Esta es la gran paradoja: “si quieres mandar tienes que servir”. Lo que no implica hacer todo lo que la gente desea, sino estar pendiente de lo que realmente necesita para llegar a dar lo mejor de sí y hacer lo mejor posible, considerando siempre por supuesto los límites y las responsabilidades de las respectivas ocupaciones.

¿Y cuáles son esas necesidades? Según la pirámide de Maslow, hay distintos niveles. El nivel más bajo tiene que estar satisfecho antes de que las necesidades del siguiente se vuelvan motivadoras. La jerarquía es, de abajo para arriba: Alimento, agua, abrigo; seguridad y protección; amor e identificación; autoestima; realización personal. La punta de la pirámide la ocupa entonces la realización personal, que consiste en llegar a lo mejor que uno es capaz de ser. Y esto es a lo que apunta el liderazgo: empujar y animar a la gente a dar lo mejor de sí, ayudando a satisfacer primero las necesidades de los escalones inferiores. 

La pregunta que podríamos hacernos ahora es, ¿cómo saber qué necesitan? Para poder contestarse esta pregunta, escuchar es una de las capacidades más importantes que un líder puede decidir desarrollar. Si la gente se siente escuchada, puede aprender a decir explícitamente sus necesidades para que éstas puedan ser satisfechas.





En el tercer día Simeón explica el modelo de liderazgo, y se describen líderes conocidos mundialmente que lo hayan utilizado. Según el monje, el mayor líder de todos los tiempos ha sido Jesucristo. Según la definición que se dio en el primer capítulo, el liderazgo es el arte de influir. El cristianismo es la religión más grande del mundo en cuanto a la cantidad de creyentes, por lo que se podría decir que Jesucristo es una persona que ha influido en la vida de millones de personas, y todo esto sin utilizar ningún tipo de poder, sólo una gran influencia llamada autoridad. Él había dicho que para ser el primero, sencillamente había que tener voluntad de servicio.

El liderazgo que perdura en el tiempo esta fundado en influencia o autoridad, y la autoridad siempre se funda en el sacrificio por aquellos a los que servimos. Gandhi también dijo a sus seguidores que tendrían que sacrificarse en el servicio a la causa de la libertad, para llamar la atención y poder empezar a tener influencia en la opinión pública. Y Martin Luther King fue a la India para estudiar el método de Gandhi y utilizarlo para su movimiento. La madre Teresa de Calcuta y hasta las madres que hacen todo por sus hijos son también ejemplos de liderazgo de servicio.

Pensando en las razones que tienen estos líderes para servir y sacrificarse, el fundamento común a todos es el ‘amar’. El amar como un verbo que describe comportamientos, los cuales se fundan en la voluntad de la persona. El ‘amor’ se demuestra con acciones.

El modelo de liderazgo de servicio entonces consiste en una pirámide invertida, que se apoya en el vértice donde se encuentra la voluntad, porque el liderazgo requiere esfuerzo.

Modelo de Liderazgo


En conclusión, el liderazgo empieza con la voluntad adecuada, con la cual podemos elegir amar. Amar tiene que ver con identificar y satisfacer las necesidades legítimas de los liderados. De esta forma estamos sirviendo e incluso sacrificándonos por ellos, forjando nuestra autoridad o influencia y ganándonos así el papel de líderes.  









En el cuarto día se desarrolla en la clase de liderazgo el verbo amar.

En principio, se refiere al mismo significado de amor que utiliza Jesús en el Nuevo Testamento. La palabra que aparece en este documento es ágape, el amor del comportamiento y la elección, no el amor de la emoción. Esto significa que no nos referimos a amor como a un sustantivo que describe sentimientos o emociones positivas, sino a un verbo que describe un comportamiento. Como había dicho en el capítulo anterior, el amor no sólo se basa en sentimientos, sino también en la voluntad de demostrar estos últimos con acciones.

A eso se refiere Jesús con la frase “ama a tu prójimo como a ti mismo”. No implica ‘querer mucho’ a todos, como si significaran lo mismo para nosotros un vecino, un desconocido o nuestra pareja. Lo que implica es comportarnos bien hacia ellos, con respeto, paciencia y afabilidad, más allá de cómo se comporten ellos hacia nosotros. Uno no siempre puede controlar sus sentimientos, no podemos evitar que alguien nos guste o que no nos guste, pero sí se puede controlar nuestro comportamiento hacia esa persona.

Según la definición de amor como ágape del Nuevo Testamento, el amor es: paciencia, afabilidad, humildad, respeto, generosidad, indulgencia, honradez y compromiso. Todas estas características hacen también a la definición del liderazgo, por lo que se puede decir que amor como ágape es sinónimo de liderazgo. En la clase definen cada una de estas características:

·                    Paciencia: mostrar dominio de uno mismo.
Uno debe dar el ejemplo de la compostura y del dominio de sus propios comportamientos. Si queremos que nos den tiempo para aprender, nosotros también debemos respetar el tiempo de los otros, sean empleados, hijos, amigos, etc.

·                    Afabilidad: prestar atención, apreciar, animar.
Es muy importante prestar atención a la gente. El efecto Hawthorne demuestra que la gente, más que mejores condiciones de trabajo,  busca que estén pendientes de ellos.  Y la mejor forma de prestar atención es la escucha activa, que consiste en tratar de ver las cosas como las ve el que habla, y no perderse en los propios pensamientos hasta tanto no hayamos escuchado atentamente todo lo que tenían para decirnos. Prestar atención a la gente es un acto de amor primordial. 

·                    Humildad: Ser auténtico y sin pretensiones ni arrogancia.
Consiste en conocerse verdaderamente a uno mismo, y reconocer las propias limitaciones.

·                    Respeto: Tratar a los demás como si fueran gente importante.
De hecho la gente es importante, cada uno tiene su función. Los vendedores no son menos importantes que los jefes, ya que son ellos quienes están más cerca del cliente y son quienes colocan los productos. Sin ellos, gran parte de la producción sería inútil. El todo está compuesto por la suma de las partes.

·                    Generosidad: Satisfacer las necesidades de los demás.
La generosidad, al contrario del egoísmo, se basa en satisfacer las necesidades de los demás, en algunos casos hasta sacrificando o posponiendo las propias si el fin lo requiere.

·                    Indulgencia: No guardar rencor cuando uno es perjudicado.
Consiste en ser abierto y franco con los demás, respetuosamente. No significa que nada pueda molestarnos, o que debemos aparentar que todo está bien, sino que hay que enfrentar las situaciones, y hacerlo de forma positiva, para que produzcan resultados mejores para todos y no se guarden rencores. Al hablar y compartir sentimientos se alivian las tensiones.

·                    Honradez: estar libre de engaños.
            Significa que uno debe dar la mayor cantidad de información posible, decir siempre la verdad, no esconder lo malo ni tampoco exagerar lo bueno.

·                    Compromiso: atenerte a tus elecciones.
Implica soportar los resultados ya sean positivos o negativos. Generalmente la gente está dispuesta a implicarse, no a comprometerse. El líder comprometido procura un desarrollo personal integral y una mejora continua, lo cual requiere un compromiso de hacer ese esfuerzo continuamente, para llegar ser el mejor líder que sea capaz de ser.

Amor, compromiso y liderazgo implican esforzarse al máximo por los demás. El resultado es servicio y sacrificio: dejar a un lado tus propios deseos y necesidades y buscar lo mejor para los demás. Una vez que forjamos esta autoridad con la gente, es cuando merecemos llamarnos líderes.





En la quinta clase el tema principal es la importancia de crear un ambiente sano en el que la gente pueda crecer y prosperar. El maestro utiliza la metáfora del jardín para describir como funciona el entorno. Al cuidar la tierra, regarla, fertilizar, plantar las semillas no somos realmente la causa del crecimiento del jardín, pero sí ayudamos a que crezca y se desarrolle probablemente mejor de lo que lo haría si no estuviéramos. Nosotros no podemos hacer que las plantas crezcan, aunque las plantemos, pero podemos poner las condiciones adecuadas para que esto ocurra. Lo mismo ocurre en el ambiente de trabajo.

Es aplicable a este ejemplo la Ley de la Cosecha cosecharás tu siembra. Además el fruto crecerá sólo cuando esté a punto, no podemos saber cuándo. En las relaciones con las personas también vamos sembrando opiniones, sentimientos. Como dice la enfermera, unos de los alumnos de Simeón, que alude al libro de Stephen Covey: “a medida que la relación va desarrollándose, vamos haciendo una serie de movimientos en nuestras imaginarias cuentas bancarias de relaciones”. Nuestros comportamientos provocan ingresos o egresos automáticos en la cuenta.


Para cambiar el entorno, lo primero es empezar cambiando uno mismo. Que la gente cambie depende de una elección que no está en nuestras manos. Pero es deber del líder crear el ambiente necesario para propiciar la proactividad de la gente para producir el cambio y crecer, como individuos y como partes de una organización.  







En este capítulo se destaca la diferencia entre pensar y actuar en consecuencia. Una cita de John Ruskin al principio del capítulo lo resume: “Lo que creamos o lo que pensemos, al final, no tiene mayor importancia: lo único que realmente importa es lo que hacemos”.

Muchas veces pensamos algo y lo demostramos con actos, pero no siempre es así. Nuestros pensamientos y sentimientos influyen mucho sobre nuestro comportamiento, y viceversa. También podemos cambiar nuestro sentimiento o pensamiento hacia algo o alguien dependiendo de cómo nos comportemos con ello. Los sociólogos llaman ‘praxis’ al hecho de que los comportamientos positivos acaben generando sentimientos positivos. Y también ocurre en sentido contrario, es decir, si tratamos mal a alguien con frecuencia, esa persona va a gustarnos cada vez menos. Por lo tanto, es posible que si queremos tener sentimientos positivos hacia una persona o cosa, aunque no nos guste, podemos lograrlo.


Como dijo el monje anteriormente, el liderazgo empieza por una elección de querer tener las habilidades del líder y continúa si asumimos la responsabilidad de esa elección. Esto implica no excusarse con el determinismo de Freud para justificar nuestra irresponsabilidad. Dice Simeón: “el determinismo significa que para cada suceso, físico o mental, existe una causa”. Es decir que, según esta teoría freudiana, podemos decir que no somos buenos líderes porque nuestros genes no nos crearon así.




Pero según la teoría de la elección, sí podemos decidir ser líderes o no. Cada uno se determina a sí mismo, y decide cómo desarrollar su potencialidad. Todos estamos sometidos a diferentes estímulos, buenos y malos que no podemos evitar, pero lo que podemos hacer (y tenemos) es elegir como responder a ellos.

Podemos disciplinarnos para hacer algo que nos parece antinatural, hasta que se convierta en algo natural y habitual, como una costumbre.

Durante el aprendizaje hay cuatro etapas:

1º)         Somos inconscientes e inexpertos: no estamos interesados en aprender la destreza y no sabemos hacerla.

2º)         Consciente e inexperto: ya conocemos algo de la destreza pero aún no la hemos desarrollado completamente.

3º)         Consciente y experimentado: ya adquirimos la destreza y la disfrutamos.

4º)         Inconsciente y experto: Hemos conseguido que el comportamiento nos resulte natural, y ya no tenemos que pensar en cómo hacerlo.

Cuando el líder llega a esta cuarta etapa, ya no necesita premeditar sus comportamientos, sino que le salen naturalmente. El líder adquirió las habilidades necesarias y las ha incorporado como si hubieran sido parte de su personalidad desde el principio. Así lo resumió el autor en la siguiente cita: “las ideas se convierten en actos, los actos en nuestro carácter, y nuestro carácter en nuestro destino”.





Todos estos días de clase producirán resultados distintos en cada uno de los participantes y en los lectores. Simeón recuerda el principio de la percepción selectiva, por el cual cada persona ve y encuentra lo que está buscando. También está ello relacionado con los paradigmas que tengan, en este caso, con respecto a la felicidad, el esfuerzo, el amor, el liderazgo… Las mejores recompensas requieren, para ser logradas, dedicación, disciplina y esfuerzo. De cada uno depende cómo asumir el compromiso de las elecciones.

Según Simeón, el papel del líder es que su vida signifique realmente algo en la vida de los otros. Cuanto más sepa influenciar, más seguidores tendrá, aumentará su autoridad, sus ideas serán cada vez aún más apoyadas y así significará algo para más cantidad de personas. Si eso es lo que buscamos al querer ser líderes, al dar lo mejor de nosotros y crecer, obtendremos también más recompensas. Una de ellas es la recompensa del gozo. El gozo tiene que ver con la satisfacción interior y con la convicción de estar siguiendo los principios correctos de la vida. El monje predica que servir a los otros elimina el egoísmo que nos impide gozar de la vida. Y el egoísmo permanece mientras uno no haya crecido emocionalmente.

Dice también el profesor que el gozo de Jesús era que sus discípulos aprendieran a amarse los unos a los otros tanto como Él los había amado a ellos. El amar y buscar satisfacer las necesidades legítimas de los otros nos obliga a no ser egocéntricos y así nos permite crecer.

El objetivo del profesor es que los aportes e ideas suyas y de los seis participantes, produzcan resultados que mejoren la vida de todos ellos y de los que los rodean. Un proverbio chino reza “Un viaje de tres mil leguas empieza con un solo paso”. Si los participantes buscaban un cambio, el primer paso está dado. Es su elección cómo continuar el camino.





EL LIDERAZGO SEGÚN OTROS AUTORES















LA GRAN PARADOJA




Integrantes:
Chavez Jose
Collantes Laura
 Garcia Florelys
  Mejias Naya
Sulbaran Elismar
Valderrama Edwin
     Administración de Desastres 
7 mo Semestre Sección "A"
UNEFA

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